MERITOCRACIA SIN MÉRITO NI GRACIA

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Manjón Guinea

Licenciado en Ciencias de la Información, Criminólogo y escritor

FOTO AUTOR

Por María Marcos
Licenciada en Derecho y Librepensadora

No hay que estar muy ciego para que cada vez que salen «los Sánchez» en la tele, encontremos cada vez más similitudes con «las Campos». Joder que sí, que es un pensamiento extraño, pero ya no distingo entre la vida política y la del folclore. Esa que se expone continuamente, lejos de la discreción, eligiendo la polémica y notoria subsistencia, acrecentando el debate público y protagonizando titulares de la prensa rosa, amarilla y del arco iris completo si hace falta con tal de propagar amor y odio a partes iguales y provocar en todos nosotros sentimientos no contrarios, sino encontrados.

Imagen creada por IA
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Si consideramos, y así me lo permitís, a Begoña como un miembro más del clan Sánchez, este paralelismo va en aumento, con ese afán por atraer la atención del público y sus aires de primera dama sonriente y fluida, convirtiéndose en la acompañante perfecta. No de ahora, sino de siempre. Esa gracieta innata con su flequillo largo que provoca la misma ternura que la de un invidente a punto de tropezar y su divina imagen tratando de superar los tradicionales y aburridos papeles que siempre han ejercido las parejas de los líderes. Veo a «la Trump», ese bloque frío e inmóvil y me entran sudores. Pero Begoña siempre tan activa, participativa, en los propios mítines, micrófono en mano dispuesta a dirigirse a las masas congregadas, o su presencia habitual y en primera fila en destacados desfiles de moda junto a ministras del gobierno, haciendo piña, como una más del equipo, pero sin cargo público. Y es que la visibilidad de la consorte, para algunos pueda resultar cargante y desproporcionado al rol institucional que se presupone algo simbólico o protocolario. Pero nada de esto es de extrañar teniendo en cuenta que la esencia del liderazgo de su marido y secuaces, tienen por estandarte la notoriedad.

Como preludio de lo que estaba por venir, recuerdo aquel besamanos del Palacio Real en el 2018. Una recepción de invitados por los monarcas, y como no por la pareja más cool del momento, Pedrooooo y Begoña. Si no hubiese sido porque les invitaron a abandonar la fila, hubiesen cumplido con ese papel tan deseado, que marcaría el inicio de su precursor y acusado carácter social y afable de la pareja y sobre todo lo que se nos venía encima a lo largo del reinado gubernamental socialista, más antisocialista que nunca.

Y por seguir y concluir con los paralelismos de las dos sagas, y aunque las comparaciones son odiosas, en esta ocasión más, merece la pena destacar que Begoña y Terelu también comparten la falta de titulación universitaria y de estudios superiores, sin que esto haya supuesto para ninguna de las dos, llegar a lo más alto de sus profesiones. Y es que la meritocracia no requiere de títulos, universitarios me refiero, sobre todo para qué, si los puedes obtener gratis y sin esfuerzo. Y es que la meritocracia ahora y siempre, en esto Sánchez no tiene la culpa, ha ido de la mano de las conexiones familiares, sociales y estatus heredados. Todo muy contrario a las bases del socialismo y de la izquierda, lo digo por Begoña porque Terelu más me pinta que sea de derechas.

En cualquier caso, me pregunto si esta reflexión tonta que me traigo entre manos sea objeto de debate entre los profesionales del periodismo. Lo de la meritocracia me refiero, no si es de derechas. Imagino que en algún momento alguien lo haya pensado, aunque mejor omitirlo con todo el cinismo, porque muchos son los que gozan de esos mismos méritos también heredados, que en el periodismo será por sagas, también los bendecidos por la generosidad y grandeza de Teresa Campos madre, a la que deben su lealtad, y aquellos que no se atrevan ni a comentarlo no se vayan a quedar solos, sin trabajo o con enemigos innecesarios en una profesión tan difícil y competitiva.

Max Weber
Max Weber

Aunque lo de Terelu se queda en anécdota comparado con lo de su propia hija, Alejandra Rubio, que podría servir de ejemplo en cualquier universidad de Filosofía que abordase el tema de la desigualdad de oportunidades que derivan de factores circunstanciales como el ser hija de la hija de una famosa y reputada periodista. Da para hacer un manual de como ganarse la vida sin MERITO ni GRACIA.

Es lo bueno de ser librepensadora, sin arraigos ni compromisos impuestos por el que paga, solo los prejuicios que uno mismo quiera tener. La libertad de escribir y opinar siendo fiel a sus percepciones y sin miedo a caer mal o que no guste el artículo, porque al final no importa su contenido, sino quien lo firma y su tendencia política.

En cualquier caso como diría Max Weber (sociólogo, economista, historiador 1864-1920), escéptico de la meritocracia por las desigualdades sociales de las que todos partimos como el lugar donde naces y por lo tanto la capacidad de acceder a los recursos educativos y económicos necesarios que marcan esa diferencia, nos plantea la siguiente reflexión: «la más sencilla observación muestra que en todos los contrastes notables que se manifiestan en el destino y en la situación de dos hombres, tanto en lo que se refiere a su salud, y a su situación económica o social como en cualquier otro respecto, y por evidente que sea el motivo puramente “accidental” de la diferencia, el que está mejor situado siente la urgente necesidad de considerar como “legítima” su posición privilegiada, de considerar su situación como resultado de un “merito” y la ajena como producto de una “culpa”».

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